《总统先生》西班牙语(西班牙留学网xibanya.liuxue86.com)
TERCERA PARTE
Semanas, meses, años...
XVIII
Habla en la sombra
La primera voz:
—¿Qué día será hoy?
La segunda voz:
—De veras, pues, ¿qué día será hoy?
La tercera voz:
—Esperen... A mí me capturaron el viernes: viernes..., sábado..., domingo..., lunes..., lunes... Pero ¿cuánto hace que estoy aquí...? De veras, pues, ¿qué día será hoy?
La primera voz:
—Siento ¿ustedes no saben cómo...? Como si estuviéramos muy lejos, muy lejos...
La segunda voz:
—Nos olvidaron en una tumba del cementerio viejo enterrados para siempre...
—... ¡No hable así!
Las dos voces primeras:
—¡¡No ha...
—... blemos aassíí!!
La tercera voz:
—Pero no se callen; el silencio me da miedo, tengo miedo, se me figura que una mano alargada en la sombra va a cogerme por el cuello para estrangularme.
La segunda voz:
—¡Hable usted, qué caramba, cuéntenos cómo anda la ciudad, usted que fue el último que la vio; qué es de la gente, cómo está todo!... A ratos me imagino que la ciudad entera se ha quedado en tinieblas como nosotros, presa entre altísimas murallas, con las calles en el fango muerto de todos los inviernos. No sé si a ustedes les pasa lo mismo, pero al final del invierno yo sufría de pensar que el lodo se me iba a secar. A mí me da una maldita gana de comer cuando hablo de la ciudad, se me antojan manzanas de California...
La primera voz:
—¡Casi na-ranjas! ¡En cambio, yo sería feliz con una taza de té caliente!
La segunda voz:
—Y pensar que en la ciudad todo debe estar como si tal cosa, como si nada estuviera pasando, como si nosotros no estuviéramos aquí encerrados. El tranvía debe seguir andando. ¿Qué hora será a todo esto?
La primera voz:
—Más o menos...
La segunda voz:
—No tengo ni idea...
La primera voz:
—Más o menos deben ser las...
La tercera voz:
—¡Hablen, sigan hablando; no se callen, por lo que más quieran en el mundo; que el silencio me da miedo, tengo miedo, se me figura que una mano alargada en la sombra va a cogerme del cuello para estrangularme!
Y agregó con ahogo:
—No se lo quería decir, pero tengo miedo de que nos apaleen...
La primera voz:
—¡La boca se le tuerza! ¡Debe ser tan duro recibir un látigo!
La segunda voz:
—¡Hasta los nietos de los hijos de los que han sufrido látigos sentirán la afrenta!
La primera voz:
—¡Sólo pecados dice; mejor, cállese!
La segunda voz:
—Para los sacristanes todo es pecado...
La primera voz:
—¡Qué va! ¡Cabeza que le han metido!
La segunda voz:
—¡Digo que para los sacristanes todo es pecado en ojo ajeno!
La tercera voz:
—¡Hablen, sigan hablando; no se callen, por lo que más quieran en el mundo; que el silencio me da miedo, tengo miedo, se me figura que una mano alargada en la sombra va a cogernos del cuello para estrangulamos!
En la bartolina donde estuvieron los mendigos detenidos una noche seguían presos el estudiante y el sacristán, acompañados ahora del licenciado Carvajal.
—Mi captura —refería Carvajal— se llevó a cabo en condiciones muy graves para mí. La criada que salió a comprar el pan en la mañana regresó con la noticia de que la casa estaba rodeada de soldados. Entró a decírselo a mi mujer, mi mujer me lo dijo, pero yo no le di importancia, dando por de contado que sin duda se trataba de la captura de algún contrabando de aguardiente. Acabé de afeitarme, me bañé, me desayuné y me vestí para ir a felicitar al Presidente. ¡Mero catrín iba yo...! «¡Hola, colega; qué milagro!», dije al Auditor de Guerra, al cual encontré de gran uniforme en la puerta de mi casa. «¡Paso por usted —me respondió—, y apúrese, que ya es tardecito!» Di con él algunos pasos y como me preguntara si no sabía lo que hacían los soldados que rodeaban la manzana de mi casa, le contesté que no. «Pues entonces yo se lo voy a decir, mosquita muerta —me repuso—; vienen a capturarlo a usted.» Le miré a la cara y comprendí que no estaba bromeando. Un oficial me tomó del brazo en ese momento y en medio de una escolta, vestido de levita y chistera, dieron con mis huesos en esta bartolina.
Y después de una pausa añadió:
—¡Ahora hablen ustedes; el silencio me da miedo, tengo miedo...!
—¡Ay! ¡Ay! ¿Qué es esto? —gritó el estudiante—. ¡El sacristán tiene la cabeza helada com piedra de moler!
—¿Por qué lo dice?
—Porque lo estoy palpando, ya no siente, pues...
—No es a mí, fíjese como habla...
—¡Y a quién! ¿A usted, licenciado?
—No...
—Entonces es... ¡Entre nosotros hay un muerto!
—No, no es un muerto, soy yo...
—¿Pero quién es usted...? —atajó el estudiante—. ¡Está usted muy helado!
Una voz muy débil:
—Otro de ustedes...
Las tres voces primeras:
—¡Ahhhh!
El sacristán relató al licenciado Carvajal la historia de su desgracia:
—Salí de la sacristía —y se veía salir de la sacristía aseada, olorosa a incensarios apagados, a maderas viejas, a oro de ornamentos, a pelo de muerto—; atravesé la iglesia —y se veía atravesar la iglesia cohibido por la presencia del Santísimo y la inmovilidad de las veladoras y la movilidad de las moscas— y fui a quitar del cancel el aviso del novenario de la Virgen de la O, por encargo de un cofrade y en vista de que ya había pasado. Pero —mi torcidura— como no sé leer, en lugar de ese aviso arranqué el papel del jubileo de la madre del Señor Presidente, por cuya intención estaba expuesto Nuestro Amo, ¡y para qué quise más!... ¡Me capturaron y me pusieron en esta bartolina por revolucionario!
Sólo el estudiante callaba los motivos de su prisión. Hablar de sus pulmones fatigados le dolía menos que decir mal de su país. Se deleitaba en sus dolencias físicas para olvidar que había visto la luz en un naufragio, que había visto la luz entre cadáveres, que había abierto los ojos en una escuela sin ventanas, donde al entrar le apagaron la lucecita de la fe y, en cambio, no le dieron nada: oscuridad, caos, confusión, melancolía astral de castrado. Y poco a poco fue mascullando el poema de las generaciones sacrificadas:
Anclamos en los puertos del no ser,
sin luz en los mástiles de los brazos
y empapados de lágrimas salobres,
como vuelven del mar los marineros.
Tu boca me place en la cara —¡besa!—
y tu mano en la mano —... todavía
ayer...— ¡Ah, inútil la vida repasa
el cauce frío de nuestro corazón!
La alforja rota y el panal disperso
huyeron las abejas como bólidos
por el espacio —... todavía no...—
La rosa de los vientos sin un pétalo...
El corazón iba saltando tumbas.
¡Ah, rí-rí-rí, carro que rueda y rueda!...
Por la noche sin luna van los caballos
rellenos de rosas hasta los cascos,
regresar parecen desde los astros
cuando sólo vuelven del cementerio.
¡Ah, rí-rí-rí, carro que rueda
y rueda, funicular de llanto, rí-rí-rí,
entre cejas de pluma, rí-rí-rí...!
Acertijos de aurora en las estrellas,
recodos de ilusión en la derrota,
y qué lejos del mundo y qué temprano...
Por alcanzar las playas de los párpados
pugnan en alta mar olas de lágrimas
—¡Hablen, sigan hablando —dijo Carvajal después de un largo silencio—; sigan hablando!
—¡Hablemos de la libertad! —murmuró el estudiante.
—¡Vaya una ocurrencia! —se le interpuso el sacristán—; ¡hablar de la libertad en la cárcel!
—Y los enfermos, ¿no hablan de la salud en el hospital?... La cuarta voz observó muy a sopapitos:
—... No hay esperanzas de libertad, mis amigos; estamos condenados a soportarlo hasta que Dios quiera. Los ciudadanos que anhelaban el bien de la patria están lejos; unos piden limosna en casa ajena, otros pudren tierra en fosa común. Las calles van a cerrarse un día de éstos horrorizadas. Los árboles ya no frutecen como antes. El maíz ya no alimenta. El sueño ya no reposa. El agua ya no refresca. El aire se hace irrespirable. Las plagas suceden a las pestes, las pestes a las plagas, y ya no tarda un terremoto en acabar con todo. ¡Véanlo mis ojos, porque somos un pueblo maldito! Las voces del cielo nos gritan cuando truena: «¡Viles! ¡Inmundos! ¡Cómplices de iniquidad!» En los muros de las cárceles, cientos de hombres han dejado los sesos estampados al golpe de las balas asesinas. Los mármoles de palacio están húmedos de sangre de inocentes. ¿Adónde volver los ojos en busca de libertad?
El sacristán:
—¡A Dios, que es Todopoderoso!
El estudiante:
—¿Para qué, si no responde?...
El sacristán:
—Porque ésa es Su Santísima voluntad...
El estudiante:
—¡Qué lástima!
La tercera voz:
—¡Hablen, sigan hablando; no se callen, por lo que más quieran en el mundo; que el silencio me da miedo, tengo miedo, se me figura que una mano alargada en la sombra va a cogernos del cuello para estrangularnos!
—Es mejor rezar...
La voz del sacristán regó de cristiana conformidad el ambiente de la bartolina. Carvajal, que pasaba entre los de su barrio por liberal y comecuras, murmuró:
—Recemos.
Pero el estudiante se interpuso:
—¡Qué es eso de rezar! ¡No debemos rezar! ¡Tratemos de romper esa puerta y de ir a la revolución!
Dos brazos de alguien que él no veía le estrecharon fuertemente, y sintió en la mejilla la brocha de una barbita empapada en lágrimas:
—¡Viejo maestro del Colegio de San José de los Infantes: muere tranquilo, que no todo se ha perdido en un país donde la juventud habla así!
La tercera voz:
—¡Hablen, sigan hablando, sigan hablando!
感谢阅读《西班牙语学习网:西班牙语阅读《总统先生》西班牙语(28)》一文,我们精心为您准备延伸阅读:西班牙语学习技巧
西班牙语没有英语这么复杂的发音规则。他几乎每一个字母都只有一个特定的音,我举个例子,a这个字母无论何时都发“阿”这个音,e发“唉”(口型小点,跟英语里的e差不多)。西班牙语只有一个音是比较难发的,那就是r这个字母,他发的是大舌颤音,其实,西班牙语最难得不是他的发音,而是他的语法和动词变位。你一学就知道了,背的东西太多。还有,他的语速不是一般的快,你要做好心理准备,和英语不是一个数量级的!!我建议你最好提前买一本西班牙语看看,因为它比英语难学的多的多 。
1. 西班牙语属于拉丁语系,比英语要科学,是不要音标的拼音文字,掌握发音规则后就能够”见词发音”。短短的入门,学的好,就可以地道流利地读出所有的西班牙文章,这是第一关!西班牙谚语中把最难做的事情比做”学汉语”,可见有中文水平的人学西班牙不是成了最容易的事了?
2. 西班牙语的小舌音,卷舌连续抖动的r、rr是中国人的难点,窍门有三。一、发音前多加上“德拉”;二、利用漱口的时候,多延时5分钟——“嘟鲁鲁”;三、坚持2-4周利用上下班和无人的时候,练习卷舌,以上三点定会让你有“西班牙”味!还有些音是要声带镇动的,要注意!
3. 掌握西班牙语动词的变位也是个要死记硬背,熟能生巧的活!他的变化是为了口语交流中大量的省略主语,口语的方便带来的动词变位头痛是每一个有志学好西班牙语的人要克服的难关。有人说:“流利地读,熟练变位”掌握好了,西班牙语就学会了一半啊!初学者就没有白学!你也知道了重点在哪里了,可以集中精力去攻哪一块了。
4. 有点英语基础的人,会发现西班牙语单词在多数主要单词词干上非常接近,这样大家学习起来又省了些劲!
5. 学习任何外国语,要以模仿开口为优先,背会一句就应用一句,这样就算掌握了。不要,先纠语法一堆,就是不敢开口!讲错了,因为你是外国人,别人的背景比你大,所以人家仍然能听懂你,就象外国人讲汉语,即使很不准,你也能听懂,搞明白,会原谅他的不标准的。胆子大是第一啊,有人说过,你学外语多数都不是为了当电台标准播音员吧,何况,即使母语能挑上当播音员的又有几个?降低标准,抓住重点,能绕开你学语言的误区!
2012年02月22日 《西班牙语学习网:西班牙语阅读《总统先生》西班牙语(28)》来源于西班牙留学https://xibanya.m.liuxue86.com